Microempresas de mujeres

Introducción

1.1. Razón fundamental del interés de la OIT por desarrollar la capacidad empresarial de las mujeres

En muchos países, cualquiera que sea su nivel de desarrollo, el acceso al mercado del trabajo es sistemáticamente más difícil para las mujeres que para los hombres. Con frecuencia se deniegan a las mujeres las posibilidades de ejercer un empleo asalariado a causa de sus responsabilidades familiares, de su falta de calificaciones, de barreras sociales y culturales o por falta de puestos de trabajo. En este contexto, el ejercicio de una actividad independiente o la creación de una empresa – por lo general una microempresa – son con frecuencia los únicos medios de que disponen las mujeres para obtener unos ingresos que les permitan garantizar su subsistencia y la de sus hijos. Este hecho se confirma cada vez más a medida que el sector privado va adquiriendo una importancia mayor con respecto al sector público en lo que se refiere a la creación de empleo. Muchas mujeres han tomado conciencia de esta situación y han emprendido algún tipo de actividad económica.

Como resultado, en muchos países – en especial en los países en desarrollo y en proceso de transición económica – la mayor parte de los empresarios de las microempresas y del sector no estructurado son mujeres. No obstante, las políticas y programas de apoyo a las microempresas, cuando existen, todavía se siguen basando con frecuencia en la hipótesis implícita de que los empresarios son en su mayoría de sexo masculino.

La justificación del interés demostrado por la OIT por el desarrollo de la capacidad empresarial de las mujeres responde a dos motivos. En primer lugar, ese desarrollo contribuye a mitigar la pobreza y, en segundo lugar, a la emancipación económica y social de las mujeres. De manera más general, ahora se reconoce ampliamente que los principales motores del crecimiento económico y del empleo son las microempresas y las pequeñas empresas y que, por consiguiente, por razones de eficiencia económica, es importante garantizar que en todo proceso de desarrollo se tenga debidamente en cuenta el potencial que representan las empresarias.

La tasa de crecimiento sin precedentes del comercio internacional y la aceleración del progreso económico, comúnmente designados con el término de «mundialización», ofrecen nuevas oportunidades económicas, pero también constituyen un enorme desafío para las microempresas y las pequeñas empresas dirigidas por mujeres, así como para todos los que se interesan por las cuestiones de igualdad de oportunidades.

1.2.Definiciones

Las micro y pequeñas empresas (MPE)
Si bien no existe una definición universal de las MPE, se ha conseguido cierto acuerdo en cuanto a sus características generales en los países en desarrollo: alcance de operaciones muy reducido, bajo nivel tecnológico, escaso acceso al crédito y falta de capacidad gerencial. La descripción adicional de estas empresas está relacionada con su nivel considerablemente bajo de productividad y de ingresos, así como con su fuerte tendencia a operar en el sector no estructurado en el que tienen pocos vínculos con la economía moderna y no cumplen con los requisitos gubernamentales en materia de registro.

Para definir a las MPE, existen varios criterios tales como el número de trabajadores, el volumen de producción o de ventas, el valor de los activos o la utilización de energía. En la práctica, el criterio del número de trabajadores es el más utilizado por su aparente simplicidad y porque la información acerca de los demás criterios es muy difícil de obtener. Así, a menudo se considera que las microempresas abarcan el empleo por cuenta propia y las unidades económicas que cuentan como máximo con 10 trabajadores (incluidos los aprendices y los trabajadores familiares, remunerados o no remunerados). En cuanto a las pequeñas empresas, el número de trabajadores oscila entre 10 y 50. Estas «definiciones» tienen que adaptarse a las condiciones específicas imperantes en los diferentes países.

El empresario

Con frecuencia se señala que el ser humano debería constituir el centro de toda actividad económica. Dada la dimensión humana de la empresa, es muy importante evocar el papel del empresario. Según el informe de la OIT sobre las Condiciones generales para fomentar la creación de empleos en la pequeña y mediana empresa preparado con motivo de la reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo celebrada en 1997, se puede definir a un empresario «como toda persona que hace una prospección de su entorno comercial, determina las posibilidades de mejorarlo, reúne los recursos necesarios para ello y procura aprovechar al máximo las oportunidades operacionales». Otra característica importante es la capacidad de asumir riesgos.

Los empresarios se asimilan por lo general con los propietarios y directores de empresas registradas. Dado que muchas mujeres son trabajadoras independientes, rara vez se les reconoce la condición de empresarias y ni siquiera ellas mismas se consideran como tales. Esta falta de visibilidad y de reconocimiento puede tener como resultado que la mayor parte del tiempo no sean tomadas en consideración por las instituciones y en los programas que se interesan por el desarrollo de las empresas.

II. Cuestiones de género fundamentales en el desarrollo de la capacidad empresarial de las mujeres

2.1.Obstáculos
Las mujeres deben hacer frente a diversos obstáculos en casi todas las fases de sus actividades empresariales (puesta en marcha, funcionamiento, diversificación y crecimiento). Si bien los empresarios de sexo masculino también experimentan algunos de esos obstáculos, las mujeres se ven enfrentadas a restricciones adicionales «específicas de su género».

Esas restricciones y barreras pueden resumirse en la forma siguiente:
– barreras conductuales, por ejemplo la poca confianza que las mujeres tienen en sí mismas y su autoimagen negativa;

– barreras relacionadas con su función, por ejemplo la exigencia de funciones difíciles de conciliar entre sí y las limitaciones de tiempo;

– barreras sociales y culturales, por ejemplo, las actitudes negativas hacia las mujeres en los negocios, el supuesto de que las mujeres deben cumplir otras funciones, las restricciones en cuanto a la elección del sector, la falta de apoyo de la familia, la escasa movilidad, etc.;

– barreras educativas, por ejemplo los niveles educativos relativamente inferiores de las mujeres, sumados a una educación distorsionada y a un acceso por lo general limitado a las oportunidades de formación profesional;

– barreras ocupacionales, por ejemplo las menores oportunidades que se ofrecen a las mujeres en el sector estructurado de la economía en cuanto al desarrollo de sus capacidades; — barreras infraestructurales, por ejemplo en materia de acceso al crédito, la tecnología, los servicios de apoyo, la tierra y la información;

– barreras jurídicas, por ejemplo las restricciones a que se ven sometidas las mujeres en materia de acción judicial independiente.

Se puede suponer que la mayoría de estas limitaciones son de origen sociocultural y, como tales, exigen la introducción de profundos cambios en las actitudes arraigadas en el entorno sociocultural, lo que constituye un proceso a largo plazo.

2.2. Características de las microempresas dirigidas por mujeres

Las mujeres que, pese a todas las limitaciones mencionadas, logran establecer su propia empresa a menudo crean microempresas en vez de pequeñas, medianas o grandes empresas. Por consiguiente, un número desproporcionado de empresarias se concentran en las microempresas.

Debido a la variedad de los obstáculos y a los niveles socioeconómicos diferentes, las empresarias no constituyen un grupo homogéneo. Sus motivaciones, intereses y capacidades potenciales pueden ser diferentes. Un número cada vez mayor de mujeres han tenido acceso a la formación y desean utilizar sus competencias y su experiencia no sólo como asalariadas – en donde sus posibilidades de ascenso profesional siguen a menudo siendo reducidas y en donde tropiezan con grandes dificultades para conciliar sus múltiples funciones – sino también como trabajadoras por cuenta propia y como empresarias. Un número mucho mayor de mujeres emprenden actividades empresariales, aun sin disponer de una formación adecuada, y ello por pura necesidad.

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